“Existe un mito griego que siempre me ha fascinado y que, pienso, resume su historia. Érase una vez una linda princesa, admirada y temida por todos porque parecía ser demasiado independiente. Su nombre era Psique. Desesperado porque acabaría con una hija solterona, su padre recurrió al dios Apolo, quien decidió resolver el problema: ella tendría que ir sola, vestida de luto, a lo alto de una montaña. Antes del amanecer, una serpiente vendría a casarse con ella. Curioso, porque en su foto más famosa, usted tiene esta serpiente en la cabeza.
Pero volvamos al mito: el padre hizo que Apolo la mandara y a lo alto de
la montaña fue enviada; aterrada, muriendo de frío, acabó por quedarse dormida,
segura de que moriría.
Sin embargo, al día siguiente despertó en un lindo palacio, convertida
en reina. Todas las noches se reunía con su marido, pero él le exigía que
obedeciera una única condición: confiar totalmente en él y jamás ver su rostro.
Después de algunos meses juntos, ella estaba enamorada de él, cuyo nombre
era Eros. Adoraba sus conversaciones, sentía un inmenso placer al hacer el amor
y era tratada con todo el respeto que merecía. Y al mismo tiempo, temía estar
casada con una horrible serpiente.
Cierto día, no pudiendo ya controlar su curiosidad, esperó a que su
marido se durmiera, movió delicadamente la sábana y, con la luz de una vela,
pudo ver el rostro de un hombre de increíble belleza. Pero la luz lo despertó,
y entendiendo que su mujer no había sido capaz de ser fiel a su única petición,
Eros desapareció.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario